El estatus NO es una varita mágica para resolver el desastre financiero y económico de Puerto Rico, pero si es una varita mágica para ganar elecciones; tengamos eso clarísimo.
No señores, el cuento que
con la estadidad viviremos con el glamour de New York o que con la
independencia seremos el centro mundial de comercio y exportación, no son ciertos.
Es evidente que el ELA tal y como está ya caducó. No quiero decir que nunca
funcionó, pero está clarísimo que ya no funciona y se nos he simple citar al
menos 3 eventos que en menos de 365 días dieron por semi-muerto el ELA de
Muñoz. Aclaremos que de política ni se ni intento saber nada, pero no encuentro
un encaje directo de como la solución del problema del estatus es capaz de
sacarnos de la crisis que nos ha acompañado fielmente por los pasados 11 años.
Estemos claro que cualquier cambio político redundará a nivel económico y un
cambio de estatus tendrá unas consecuencias económicas directas (eso es claro),
pero esto da paso a mis dos argumentos en contra de la solución inmediata del
estatus. Primero; Puerto Rico es incapaz de asumir las responsabilidades que
traería la anexión o la independencia. En este momento, no tenemos la capacidad
económica para poder situarnos poderosamente frente a los “futuros” 50 hermanos
adicionales del continente como tampoco tenemos la credibilidad para hacerle
creer al congreso que podemos serle un estado atractivo, de buen comportamiento
fiscal y que podemos darle algo a cambio de esa estrellita adicional en su
bandera. Ojo, no se me alarmen, que yo creo que la isla tiene el potencial para
ofrecer esto y más, pero lamentablemente miles de personas, no comparten esta
creencia conmigo y entre ellos están aquellos que al fin del cuento dirán si entramos
o no al club de los 50+1. Creo que tampoco tenemos la credibilidad al día de
hoy para convencer al mundo que Puerto Rico es un motor mundial capaz de
solidificarse sin la alianza de Estados Unidos. No tenemos la capacidad de
aguantar el “shock” de incertidumbre si se toma una decisión concreta sobre el
estatus del país, en especial hacia la independencia. Bajo ninguna de las 2 cláusulas
lloverá el dinero.
Por otra parte, la solución
del trillado cuentito del estatus que
los 3 partidos tradicionales suelen usar como carnada para amarrar votos cada 4
años tampoco será capaz de solucionar el desmadre económico de Puerto Rico. Si
mañana en la mañana somos el flamante estado 51, esta isla latinoamericana será
igualmente, el estado más pobre, con mayor desempleo, menor tasa de
participación y mayor deuda que el restante de sus 50 hermanos anglosajones. En
cambio, el congreso nos recibirá sin mayores cambios; con la misma PROMESA, con
la misma junta y con la misma navaja y el “To Do list” de recortes económicos
(Porque ni los pasajes bajarán de precio para los que continúen emigrando a
Kissimmee). Querido lector, tenga claro: Grecia no es Finlandia solo por estar
en la Unión Europea; y Puerto Rico no será Estados Unidos, aunque la estadidad
llegue mañana temprano. Tampoco es cierto que si mañana en la mañana la isla es
independiente las empresas navieras se pelearan por atracar en nuestros puertos
a exportar nuestros productos a una fracción de lo que nos cuesta con Estados
Unidos (de hecho, me temo que tendríamos una fuga de empresa. Miremos el
Brexit). Estoy claro que hay que cambiar el estatus, pero no es momento para
perder en un asunto que no sacará del asfixie económico a la isla. Puerto Rico
necesita resolver sus problemas económicos con las limitadas herramientas que
tenga y luego ir a pedir un cambio político, porque aquí hace falta un cambio
de modelo económico, no político y el estatus es parte del problema, pero no de
la solución.
Comprenda: El estatus NO es una varita mágica para resolver
el desastre financiero y económico de Puerto Rico, pero si es una varita mágica
para ganar elecciones; tengamos eso clarísimo.
Por: Luis Arocho
5 de febrero de 2017
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